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¡LA IMAGINACIÓN AL PODER!
La variopinta izda de nuestro gobierno municipal, en el tema de la plaza de toros toma la postura que adoptaría aquel que no tiene ninguna confianza en su propia capacidad imaginativa, y el eslogan que históricamente ha sido el suyo ¡dar espacios a la capacidad creativa del pueblo!, demuestran en la práctica, que está de más para su responsabilidad, cuando ocupan el poder. Lo tienen muy claro, o casi podríamos decir al escucharlos ¡absolutamente claro! Ese espacio va ha ser cedido a la iniciativa privada para que realice en él un centro de ocio y recreativo (comercial).
Pero ¡carajo!, no seas tonto (me digo a mí mismo), hay que reconocerles, que su apuesta es segura y con el éxito garantizado. Solo tiene uno que darse una vuelta visitando estos lugares: Panoramis, Basa el Moro… para descubrir lo práctico y realista de esta decisión. Las empresas que los planifican si que desarrollan una alucinante capacidad imaginativa, para atraer nuestros deseos hacia sus escaparates, donde se nos demuestra, (de las maneras más inverosímiles), ¡que la felicidad está en el consumo!. El objetivo de sus propuestas es lógico que responda al legítimo interés de “hacer negocio” y como todo el mundo sabe, esto no está en absoluto en contradicción con el hecho de ser de izdas.
Este es un este caso concreto, (como otros muchos), en donde el mundo que ingenuamente creíamos, se nos presenta al revés. Pero fantaseando la realidad desde los sueños de otros tiempos contaría algo parecido a esto:
La izda “perdió las elecciones”, los intereses comerciales y el mercantilismo consumista de la época, ¡van ha salirse irreversiblemente con la suya!; triste… muy triste final para tanto esfuerzo y lucha “contra corriente”. Los más de 200 millones de ptas que nos gastamos del dinero público en su compra, ¡puestos al servicio de intereses privados!, si de nosotros hubiera dependido, bastaba desde hacían mucho tiempo, una simple recalificación urbanística del edificio y podría haber sido adjudicado a la empresa privada que presentara el mejor proyecto, ese dinero se lo habrían ahorrado las arcas públicas, pero, ¡ya sabemos lo que es la derecha y a que intereses defiende!
Los argumentos que planteamos tuvieron el peso y la pasión imaginativa de la que nos sentimos muy orgullosos. La plaza-coliseo para nosotros, (también llamada plaza de toros), era un recinto que reunía unas posibilidades idóneas en una variadísima cantidad de actividades, espectáculos… y algo muy importante, la capacidad de su aforo nos hacía ¡únicos! en un amplio contexto de zona, ya que ni Elda, ni Alcoy, ni Yecla… tienen instalaciones similares, por lo que tras su restauración y acondicionamiento seríamos el centro de un amplio territorio. Con una buena programación nuestro pueblo podría ser; ¡por fin!, punto de referencia para otras ciudades limítrofes, y todo ello realizado y organizado por el pueblo y desde el pueblo, ¡desde su Ayuntamiento!.
Solo hacía falta imaginar, imaginar, imaginar… Una participación popular tan grande en los temas político-sociales que hiciese necesario semejante aforo; un gran escenario de anfiteatro para poder representar una ópera, teatro, conciertos… El ruedo y tendido permitían multitud de exhibiciones: deportivas, artísticas... y aunque algunos les preocupaban los espectáculos taurinos, pensamos, desde nuestra visión de futuro, que serían algo anecdótico y en proceso de extinción por falta de espectadores.
Un factor fundamental, y en consonancia con nuestros principios, es que estuviese siempre abierta y al servicio del amplio movimiento asociativo local, para que en él, dieran rienda suelta a las más variadas actividades de su imaginación creativa, encuentros con actividades para jóvenes, en definitiva “¡el pueblo en marcha!”. Y además… más de uno sugería, que la aplicación de las nuevas posibilidades tecnológicas ampliaba todavía más el abanico de utilidades.
Lamentablemente todos los esfuerzos fueron en vano, solamente conservaran la fachada del edificio, ¡que la falta de imaginación de la derecha de siempre!, era incapaz de percibir el valor estético que atesoraba, hasta que desnudamos las piedras de su estructura y pudieron contemplarlas, ¡por eso les da vergüenza derribarla!, una verdadera pena. Pero…que le vamos a hacer… no dan más de sí, y el pueblo les ha votado.
En fin, que se acabaron “los sueños” y se vuelve a la realidad, nuestros hijos podrán “gozar” aquí de las mismas diversiones que en otras ciudades cercanas, engolosinados en las felicidades del sistema neoliberal. Claro que, en este ficticio supuesto, siempre le habría quedado a la izda la