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Texto: Bajo la presidencia del gobierno del PP de José María Aznar España sufrió el mayor atentado terrorista de la historia en Europa: 191 muertos y 1.700 heridos, al hacer explosión casi simultáneamente diez bombas en cuatro trenes de cercanías cargados de trabajadores en Madrid en hora punta, pasadas las 7.30 horas de la mañana del 11 de marzo de 2004. A las pocas semanas, la célula terrorista islamista fue encontrada en Leganés, suicidándose sus integrantes al hacer estallar el piso que fue rodeado por fuerzas policiales, y en esta acción se produjo la víctima 192: un GEO. Era candidato por el PP a las elecciones legislativas del 14 de marzo, el entonces vicepresidente de aquel gobierno y hoy líder de la oposición, Mariano Rajoy. Era ministro de Interior, Ángel Acebes, y era portavoz del gobierno, Eduardo Zaplana.
Los medios internacionales apuntaron rápidamente hacia Al-Qaeda como inspiradora de tan atroz masacre que produjo el dolor y la tristeza más grandes conocidos por cuantos habitamos este país. Una gran parte de la sociedad española, al sentirse estafada por un gobierno que empezó a barajar de forma sinuosa pero insistente la autoría de ETA, se rebeló contra, no un dislate, sino contra una de las farsas más mezquinas que desde entonces vienen ejecutando los que entonces iban de sobrao por mantener una holgada mayoría absoluta y tres días después perdieron estrepitosamente aquéllas elecciones frente a un líder socialista que aún no era considerado maduro para la victoria, pero que ya había ofrecido ejemplo de talla política y moral (de talante democrático) al alinearse contra la guerra de Iraq con los líderes de nuestra “vieja Europa” vilipendiada por un tejano que había conseguido llegar a la Casa Blanca tras un pucherazo electoral.
El gobierno Aznar, en un acto ignominioso en Las Azores, sin declaración previa y contra la voluntad de la ONU, metió a España en su primera guerra en la última centuria, una guerra por el petróleo contra la opinión de la inmensa mayoría del pueblo español y elevando a cotas peligrosísimas su seguridad interna. Y los españoles se lo hicieron pagar al PP de Aznar, Rajoy, Acebes y Zaplana. Contraviniendo la primera cláusula del Pacto Antiterrorista y por las Libertades, durante aquéllas jornadas, Aznar y su gobierno gestionaron en solitario la mayor crisis terrorista en la historia de España para utilizar en provecho partidista y sectario la principal lacra de la Democracia Española: el terrorismo. Y desde entonces emprendieron su camino de frentismo social utilizando descaradamente para beneficio político y contraviniendo seguidamente la segunda cláusula del citado Pacto Antiterrorista y por las Libertades, por la que la dirección de la política antiterrorista corresponde al Gobierno, acosando y crispando con la mayor de las desvergüenzas, hipocresía y cinismo a la mayoría de la sociedad española, apoyándose y dando rienda suelta a los sectores de la extrema derecha, el ultraliberalismo más ultramontano y de reminiscencias franquistas, haciendo un viaje en el túnel del tiempo en muchos aspectos a treinta años atrás, a la situación que se produjo en España tras la muerte del dictador.
La culpabilidad política no asumida entonces por el hoy principal partido de la oposición, liderado no ya en su calidad de quienes perdieron las elecciones sino por la de quienes formaban el Gobierno español que, al igual que el gobierno norteamericano de George W. Bush, hizo oídos sordos a las amenazas del terrorismo yihadista de las que le informaron sus servicios secretos, pretenden que la asuma el gobierno que le arrebató el poder en unas elecciones libres y democráticas. El método para hacer culpable al otro de su propio error es la trampa rufianesca, el truco sucio, la calumnia, la difamación, la estratagema, la impunidad, la falta de ética, el invento de escándalos, el escurrir el bulto... En definitiva, se trata de utilizar la mentira para aumentar el embrutecimiento y como única arma de acción política, causando los suficientes estragos para que el gobierno dedique cada vez más tiempo para reponerse.
Miente Aznar. Miente Rajoy. Miente Acebes. Mientes Zaplana. Miente Aguirre. Miente Astarloa... En definitiva, mienten todos, y los que no, callan. Y no una vez u otra, de forma circunstancial o por una necesidad imperiosa, sino de manera sistemática, como única acción política a la que se le hurta la contradicción, el diálogo razonado, la lógica. No les importa la verdad. Su objetivo es dinamitar el pensamiento, la serenidad, la paz social.
Si al final del gobierno Aznar España sufrió el mayor atentando terrorista de su historia, el PP lucha por dinamitar al gobierno Zapatero por el atentado de Barajas. Si Aznar no sólo dialogó sino que excarceló a decenas de presos etarras, el PP difama con que Zapatero negocia la rendición de España a ETA. Si Aznar como presidente de un gobierno español llamó al terrorismo etarra Movimiento de Liberación Vasco, el PP acusa al gobierno de Zapatero de ser un aliado de los terroristas. Si tras sus negociaciones con ETA en Suiza, Aznar acercó a Iñaki de Juana Chaos a Cádiz, además de otros 150 presos etarras a cárceles más cercanas al País Vasco, el PP acusa a Zapatero de dejarlo ahora en libertad, aunque así cumpla la legalidad ordenada por el Tribunal Supremo. Si el Supremo impone su condena a Iñaki de Juana Chaos, el PP vilipendia a Zapatero falseando una vez más la realidad. Si durante la mayor sequía que padece España, Murcia ha estado siempre abastecida, Valcárcel, Cerdá, Ruiz Vivo, Cierva... acusan a Zapatero de trasvases “cero”. Aznar miente cuando afirma que hoy Murcia podía disponer del agua trasvasada del Ebro. Miente Aznar como miente el PP, porque al PP de Rajoy y Valcárcel no les interesa la verdad. Pero a los ciudadanos no embrutecidos por sus mentiras y su corrupción, si nos interesa la verdad. Y lo que es más práctico y posibilista, nos interesa que no ganen las próximas elecciones quienes nos mienten.
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