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El Club del Sexo
Bajo este nombre se esconde un ente nacido del boca a boca, los foros de Internet y la labor de algunos activistas anónimos. Su único cometido es dar voz e identidad a la gente, la inmensa cantidad de gente, que sale los fines de semana a pillar y quiere echar un polvo sin contemplaciones. Por un lado se busca recuperar el tiempo y dinero perdidos en bares, discotecas, restaurantes y otros sacadineros que entorpecen el objetivo último -follar-, y por otro crear un revulsivo cultural que saque de su abulia a una generación víctima de sí misma.
Por supuesto, el Club resulta un éxito. Miles de jóvenes se ‘apuntan’ cuando les parece conveniente, ya que una de las ventajas es la de ser una filiación de quita y pon.
¿Cómo funciona? Bien, hay una serie de normas básicas que se van abriendo paso en la sociedad y se asientan. La fundamental: si llevas la señal del Club (por ejemplo en una chapita) quiere decir que buscas sexo sin complicaciones. Esto te permite recibir proposiciones directas de cualquiera, sea del Club o no, ya que tu pertenencia a él elimina las inhibiciones o dudas que pudiera tener esa persona. Por supuesto, si dos miembros se cruzan y se gustan, no hay tiempo que perder: a follar como animales en celo, sin el viejo juego de la cal y la arena, sin pagar o que te paguen copas, sin locales con humo, etcétera. Por supuesto, para llevar a cabo estas interacciones de carácter tan desusadamente asertivo y potencialmente incómodo se establecen una serie de signos y convenciones que todos los miembros aceptan.
Pese a las protestas de esas entidades que siempre dan el coñazo y el rechazo de la comunidad hostelera, el fenómeno es popular. Las ventas de merchandising se disparan: cualquier cosa vale para decirle al mundo “quiero sexo sin gilipolleces”. Además, puedes personalizar tus inclinaciones. Por ejemplo poniéndote la chapita Fuck Club Caucasian Redhead, que viene a decir “si eres blanca, pelirroja y quieres echar un polvo, soy tu tipo”, etc.